jueves, 7 de abril de 2016

Sueño con ranas

Sueño con ranas, ranas que saltan por todas partes, que tiñen de verde el mundo, mientras saltan y croan ante la estupefacta humanidad. Puedo observar como cada metro cuadrado comienza a llenarse de ranas, se oyen gritos de asombro y repugnancia, y de algún modo todo me resulta muy divertido.

Un viejo chiflado va gritando a los cuatro vientos que Dios nos envía de nuevo sus plagas y un hombre rudo pega manotazos a diestro y siniestro con todas sus fuerzas sin evitar que se  le echen más ranas encima. Los coches se aglutinan carentes de visión suficiente para avanzar, se incendian las primeras papeleras y las calles ya se han convertido en un infierno verde.

El sonido de la locura se contrasta con la regularidad de los “croac, croac”, si alguien más dejara de preguntarse qué pasa, y se limitara a observar todo esto, seguro que empezaría a descojonarse conmigo también.

Me fijo en muchas de las caras que veo, la de tipos que se jactan de poder acostarse con tantas mujeres como quisieran, de resolver la crisis económica o de educar  a los hijos de los demás como deberían. Ahora son todo caras asustadas que no pueden explicar cómo aparecen más y más ranas.

Son solo las ranas las que no cambian el gesto, ni actúan distinto a como lo harían normalmente, pues son lo que son y no te van a decir lo contrario. Son como esa llama que arrasa implacable al margen de que haya gritos de auxilio, solo llegan saltan y croan, y así hasta que mueran.

Si, a veces sueño con ranas, y veo como se infecta este mundo, sin sentimientos.

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